Estadio

¿Cómo más se podría definir a este país, si no es así?

Y es que, México es sinónimo de desbalance, sinónimo de irregularidad, de diferencia y de distancia entre un punto y otro, estos días en el ámbito futbolístico mexicano se ha vivido una vez más esa extraña disparidad, una de esas violentas volteretas que en México suele dar el deporte; ayer el futuro era incierto, padeciamos por pensarnos lejos de Sudafrica, sudamos al pensar que nuestro país se quedaría fuera de la fiesta del Mundial en un gesto extremista como los que sólo tiene el aficionado mexicano, con su amor al futbol, con pasión por la pelota con su ya adaptado sufrimiento al que nos tiene acostumbrados este país de malos manejos en casi todo; hoy el horizonte ya no se vislumbra oscuro y lejanao, hoy no, después de esta semana tan intensa de especulaciones, broncas y reporteros imprudentes al fin llegó el final feliz, México 2, Costa Rica 1.

Valió poco lo mucho que se engallarón los ticos al tomar como excusa el mal momento que vive la Selección Mexicana de futbol, ni eso ni el real pésimo momento que se vive futbolísticamente hablando, el aficionado mexicano olvidó durante dos horas todos los problemas que padece el futbol mexicano, con sus malas planeaciones, con sus risibles dirigentes, con su prensa escandalosa y amarillista, de 5 a 7 de la tarde lo olvidó para ir a entregarse a su selección, una vez más el jugador número 12, el mejor y más grande de la historia de México, el señor Estadio Azteca nos sacó del apuro, una vez más se convirtió en una fortaleza y con sus más de 100 mil gargantas supó hacer lo suyo lo que casí nunca le falla, achicar al rival.

Agradecidos estamos los que amamos a la Selección como a nuestras esposas a nuestras hermanas o a nuestras madres, agradecidos estamos con el Señor Estadio Azteca que una vez cumplió, mañana nos preocuparemos por el siguiente partido de la eliminatoria hoy es tiempo de celebrar por que motivos tenemos para hacerlo.